Guayabo, cambios de horario y cansancio son algunos de los síntomas que dejan las fiestas de fin de año. ¿Cómo enfrentar la llegada al trabajo?

Las fiestas se acabaron. Llega la hora de volver a la normalidad y de empezar el 2018 con pie derecho. Pero la productividad y el entusiasmo han caído; los efectos de las vacaciones dejan sus secuelas.

Después de pasar días de excesos de comida y alcohol, de reuniones sociales y patrones irregulares de sueño, volver a la rutina laboral cae como un baldado de agua fría. Este porrazo contra la realidad es también llamado jet-lag social, una especie de desasosiego y de desorden mental provocado por un brusco cambio en el estilo de vida.

Los síntomas generales de esta clase jet-lag o ‘síndrome post vacaciones’ incluyen sensación de lentitud, sueño, desmotivación, indigestión, descompensación horaria, dificultad para concentrarse y memorizar, torpeza y fatiga en general.

Investigadores han encontrado que las emociones negativas asociadas al final del periodo de las fiestas efectivamente existen, aunque no sean un trastorno propiamente dicho, y que el primer paso debe ser justamente aceptar esa realidad y afrontarla. La primera sugerencia es empezar a coger ritmo lentamente pero sin dejarse abrumar por la pereza.

La empresaria Karen Blackett sugiere en el diario inglés The Telegraph “comenzar el día con un jugo verde (o algún tipo de bebida desintoxicante), ir a la oficina de una hora antes de lo normal”. También sugiere beber té verde y masajearse los puntos de presión cuando se estanque en una idea.

Otros sugieren llegar de viaje un par de días antes de entrar a trabajar. Esto con el objeto de tener un tiempo de transición y de anticiparse a lo que espera en la oficina. Revisar y limpiar el correo, organizar las tareas pendientes, actualizarse e informarse en lo que se perdió durante los últimos días pueden ser algunas formas para amortiguar la llegada.

Las sugerencias más obvias, aunque difíciles de cumplir, son descansar las horas necesarias, establecer un horario y hacer ejercicio por las mañanas para limpiar el cuerpo y tener más ánimos durante el resto del día.

Una trampa que se debe evitar es continuar reprochando el regreso a la rutina y no aferrarse a la extrañeza que produce el recuerdo del lugar donde estaba un día antes. Es momento de concentrarse en el presente y de mirar el futuro de manera propositiva.

También es útil tener presente que esa sensación de desasosiego es pasajera y no es individual. Se dice que inclusive es más común e intensa en los estudiantes de colegio y universidad que en los empleados.

Por eso conviene evitar enfrascarse en pensamientos erróneos o ideas pesimistas que aumentan problemas que son puramente imaginarios. Siempre es sano tener claro que todo cambia y que en poco tiempo se volverá a acostumbrar a la rutina.

 

Cansancio después de las vacaciones

Luego de dormir hasta tarde, comer sin restricción y otros comportamientos sin límites, muchos se sienten cansados después del descanso y tienen problemas para ajustarse al ritmo de trabajo. Los expertos dan consejos para recuperarse.

Después de dos semanas de vacaciones, Alexandra decidió irse a un spa en Villa de Leyva para recuperarse. Parece increíble, pero las fiestas de diciembre, la llegada de sus familiares y las numerosas reuniones la dejaron extenuada. En ese mismo estado se encuentra Liliana, una amiga suya que, después de recorrer las calles de Nueva York en diciembre, siente un dolor de espalda y un cansancio general que la llevan a pensar que las dos semanas de descanso no fueron suficientes. El caso de Jorge es parecido. De vuelta al trabajo en enero le preguntaron si después de vacaciones estaba más energizado. Su respuesta fue un rotundo no. Por el contrario, el mes de enero le parece “un largo lunes” y aún no encuentra su ritmo de trabajo. “Es mejor no salir a descansar”, concluyó un oyente de una emisora que el martes pasado le dedicó el tema del día al cansancio después del descanso.

Todos se preguntan por qué para algunos es mucho más difícil regresar al trabajo. Varias teorías explican ese aterrizaje forzoso, pero la que más ha tomado fuerza en los círculos científicos es que entre las vacaciones y la vuelta al trabajo hay una enorme diferencia de ritmo. La gente pasa de dormir sin límites a volver a un régimen en el que debe despertarse a ciertas horas y eso hace que el cuerpo sienta cansancio por déficit de sueño. Los expertos llaman a este fenómeno jet lag social, en referencia al desajuste del reloj biológico, encargado de regular las funciones fisiológicas del organismo durante las 24 horas del día. Al estar desfasado, la gente no logra ir al mismo paso al reanudar las obligaciones cotidianas.

Según Victoria Revell, cronobióloga de la Universidad de Surrey, Reino Unido, en Navidad y Año Nuevo la mayoría se acuesta tarde y eso hace que el reloj biológico se ajuste a un nuevo ritmo. Por eso “cuando regresan al trabajo les cuesta mucho levantarse y cumplir horarios, pues tienen el reloj interno descuadrado”, dice. El efecto se ve no solo en el cansancio físico sino también mental, y se debe además al exceso de bebidas alcohólicas y comida, que aumentan en la temporada de descanso.

Según la psicóloga Dorothy Bruck, beber alcohol en exceso durante las vacaciones afecta el regreso a la vida laboral debido a que el trago tiene un efecto perverso ya que “altera la melatonina, la hormona que genera el sueño”, dice. Ese efecto negativo puede mantenerse por una semana. En el descanso, además, el horario de comidas se altera y la gente por lo general come más, lo cual puede molestar al sistema digestivo. “Y todo lo que cause reflujo o indigestión interrumpe el sueño”, dice el experto Charli Sargent.

Como se trata de un desa-juste biológico, quienes sufren jet lag social sienten síntomas similares a los que provoca viajar entre husos horarios. Como reveló un estudio de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, es común que se presenten indigestión, pérdida del apetito, dificultad para concentrarse y recordar, torpeza en los movimientos, fatiga, mareos, irritabilidad y malestar en general. El cuerpo tarda de dos a cuatro semanas en recuperarse totalmente del trastorno de los ritmos circadianos. Este síndrome afecta mucho más a quienes tienen una rutina laboral ardua y mucho cansancio acumulado, pues necesitan más tiempo para recuperarse.

Por lo anterior, es normal que sea bastante bajo el rendimiento laboral o académico después de las vacaciones, pues “el cuerpo llega con una dinámica y un metabolismo distintos respecto a los de la rutina diaria. Eso sumado a una predisposición mental y psicológica que hace que sea difícil cambiar el ocio por las responsabilidades”, dijo a SEMANA el psicólogo Diego Castrillón.

Salim Dij, profesor de neurología y desórdenes del sueño, señala que el jet lag social no solo sucede en las vacaciones, sino siempre que la gente tiene unos días de descanso, cuando tiende a posponer el momento de dormir y de levantarse. Por eso, las interrupciones del ritmo natural también pueden aparecer, aunque en menor medida, cada fin de semana. El síndrome del domingo, como lo bautizó la psicóloga Larina Kase, investigadora del Centro de Estudio y Tratamiento de la Ansiedad de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, genera sensación de vacío y tristeza, así como ansiedad y estrés, pues significa que el descanso ya terminó y hay que volver a la rutina.

Por fortuna el fenómeno es temporal y, por eso, si demora más de dos semanas podría ser un síntoma de burnout, una condición más crónica y seria que un simple problema de desajuste de sueño.

Los expertos afirman que la clave para evitar estos malestares es administrar bien los tiempos dedicados al trabajo y al ocio. Si las personas no descansan lo suficiente vivirán con jet lag social y serán más propensas a sufrir problemas de salud como enfermedades cardiovasculares y obesidad, como han demostrado varios estudios científicos. “Hay que saber guardar espacios para no hacer nada y reflexionar, pero no pasar muchos días sin trabajar porque el cerebro necesita estar activo y asumir desafíos”, señala Castrillón.

Otra manera de evitar que el jet lag social se convierta en un problema es no desordenarse demasiado con el horario y antes de reiniciar labores destinar siempre unos días a reacomodar la rutina. “Esto significa que cada persona debe acostarse y levantarse a la hora que lo hace normalmente para no sufrir un impacto tan grande al regresar al trabajo”, dice Revell. De igual forma, no perder de vista los propósitos para el año nuevo es una buena estrategia, pues pueden ser buenos motivos para cambiar la rutina y que la próxima vez que terminen las vacaciones no sea una experiencia traumática.

Cinco maneras de regresar:

• Vuelva antes: si va a salir planee llegar de vacaciones unos días antes para ajustarse al nuevo horario. Este periodo, además, sirve para ponerse al día en la casa, desempacar, hacer mercado y prepararse mentalmente para regresar al trabajo.

• Cuide el sueño: lo ideal sería mantener una hora razonable para irse a dormir durante las vacaciones, pero es muy difícil lograrlo. Los expertos recomiendan no excederse en este tema para evitar que el jet lag social sea extremo al regreso. También recomiendan moderar la comida y hacer ejercicio.

• Sea realista: la gente tiende a creer que las vacaciones son un estado de perfección que debe continuar indefinidamente. Por eso, al regreso se sienten desubicados y sin energías para trabajar. Para evitar esto, los expertos aconsejan no soñar demasiado.

• Un día a la vez: no es recomendable regresar al trabajo en una fecha llena de actividades. En el primer día laboral lo ideal es tener un tiempo para saludar a sus colegas, planear su agenda y llenarse de energía.

• Tome descansos: si se siente agotado el primer día camine, tome un café o haga la pausa. Trate de enfocarse en el trabajo para salir temprano.


Tomado de: semana.com